sábado, 31 de enero de 2015

La proposición ''Dios existe'' desde la Filosofía de Bertrand Russell

Hoy tenemos la colaboración de Mateo, un estudiante de Filosofía de Oviedo, nos hablará acerca de la problemática del término 'Dios' en Filosofía Analítica, espero que os guste.
Al igual que Frege, Russell parte de una serie de puzles lingüísticos que resolverá a través de su filosofía del lenguaje. Además de plantear tres nuevos, incorpora el expuesto por Frege, pero lo soluciona por una vía diferente.
En Los principios de la matemática adopta una postura filosófica primitiva respecto a sus posteriores desarrollos, que se identifica con la expuesta por Meinong. Russell considera que la estructura lógica de una oración es paralela a la estructura gramatical de la misma. Por tanto, en las oraciones en las que el sujeto no tiene existencia surge un problema al predicar algo del mismo, pues no se pueden predicar propiedades de algo que no existe. Ante esto adopta una postura que desemboca en una inflación ontológica. Es decir, atribuye a este tipo de entidades no existentes el ser, pero no la existencia. Por tanto, Russell establece que toda entidad concebible tiene ser, y tan sólo algunas existencia.
Posteriormente, en Sobre el denotar, rectifica su postura anterior postulando que la estructura lógica y la gramatical de una oración no tienen por qué coincidir. Además, establece que toda símbolo de la oración es o bien un nombre, o bien una descripción, siendo los nombres símbolos completos cuyo significado es su referente y que no depende del resto de símbolos de la oración, y siendo las descripciones símbolos incompletos cuyo significado depende de estar contextualizadas en una oración sin la cual carecerían del mismo. Por tanto, una descripción no tiene significado por sí misma.
Russell distinguió tres tipos de descripciones: impropias, indefinidas y definidas. Las últimas son el eje central de su filosofía del lenguaje, siendo estas aquellas expresiones que denotan un objeto concreto y son introducidas por el artículo singular determinado.
Según su análisis, las oraciones en las que intervienen descripciones definidas no tienen la forma lógica sujeto-predicado, sino que en realidad son oraciones cuantificadas existencialmente, lo que permite librarse de la necesidad de establecer un sujeto ontológico del que se predique la propiedad. Por tanto, esto permite a Russell desechar la inflación ontológica.
Junto con esta teoría aparece también la noción que alcance, que permite detectar la ambigüedad de las oraciones que incluyen descripciones definidas y un negador.
Con estas dos herramientas consigue Russell dar solución a los cuatro puzles, pues aunque aunque ciertos símbolos quisieran pasar por nombres propios, Russell detecta que en realidad son descripciones definidas encubiertas, pues todos ellos son reformulables a una que es, de ahí el nombre, su descripción o definición.
Las oraciones que contienen descripciones definidas pueden aparecer o bien en un contexto existencial, o bien en uno predicativo. La aserción ''Dios existe'' es de tipo existencial. Aparentemente es una oración que responde a la estructura de sujeto-predicado, ya que ''Dios'' no está precedido por un artículo determinado o indeterminado. Si la aserción fuera ''un Dios existe'' o ''el Dios existe'', Russell no encontraría problema y aplicaría su análisis cuantificacional concluyendo respectivamente que ''existe un X tal que Fx'' y que ''existe un X tal que Fx y para todo X, para todo Y, tal que Fx y Fy, x=y''. Sin embargo, sucede que no es ninguno de los dos casos, y que ''Dios'' aparece aparentemente como un nombre propio genuino con su significado. Y significa ''el ser tal que nada mayor que él puede ser pensado''. Pero esta definición sí es una descripción definida, ya que va introducida por el artículo determinado y no tiene ningún significado por sí misma. Se puede hacer una lectura de su formalización tal que así: ''Existe un X tal que Fx''. Por tanto, ''Dios'' no es un nombre propio genuino, es una descripción definida encubierta como nombre.
Como dijimos, Russell se enfrentó con su teoría a cuatro puzles. El término ''Dios'' afecta a los cuatro, sin embargo cobra especial importancia en dos de ellos: en el puzle de informatividad de la identidad alcanzó una conclusión similar a la que llegó Kant tomando la aserción ''Dios existe'' como analítica: si el significado de ''Dios'' es ''el ser tal que nada mayor puede ser pensado'', decir que ''Dios es el ser tal que nada mayor puede ser pensado'' es una tautología apriorística, un enunciado analítico que no debería ser informativo, sino trivial. Sin embargo, es informativo. El otro es el puzle de los existenciales singulares, que permite a Russell clasificar el argumento ontológico como falaz. En concreto le asigna la falacia de petición de principio, según la cual un argumento que incluya la conclusión entre sus premisas es inválido. La definición de ''Dios'' implica que existe necesariamente. Por tanto, siendo la definición de ''Dios'' una premisa del argumento ontológico, y siendo la petición de principio una falacia que invalida el argumento, la prueba ontológica es inválida.
Sin embargo, cabe objetar que el argumento ontológico no siempre podría ser inválido por la falacia de petición de principio, sino por la falacia de las muchas preguntas, según la cual una pregunta que incluya presuposiciones no probadas invalida el argumento, ya que si las presuposiciones no son aceptadas, el debate sobre sus implicaciones carece de base probada. Por ejemplo, si un defensor del argumento ontológico nos dice: ''Si Dios es el ser tal que nada mayor que él puede ser pensado, ¿cómo puedes negar su existencia?''. El defensor está presuponiendo que esa es la definición de ''Dios'' sin probarlo y que, además, nosotros la aceptamos.

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