miércoles, 26 de enero de 2011

Hoy, sobre Aristóteles

Pienso que Aristóteles era demasiado él.
En otras palabras, creo que Aristóteles se ceñía demasiado a lo que veían sus ojos, ¿pasar de la potencia al acto? una manera más de decir que se evoluciona, que podemos llegar a ser algo que, muchos tienen esperanza de poder llegar a ser pero pocos pueden hacerlo en realidad. ¿Cómo sabes el potencial de algo, si no lo supones?; prefiero pensar que somos nosotros mismos los que vamos modificando nuestra base y que nunca llegamos a ser lo que se supone que debemos ser, si no lo que nosotros elegimos ser. Resumiendo: Si hubiese una línea entre lo que somos, y lo que seremos; creo que la felicidad está cogiendo el desvio.

sábado, 22 de enero de 2011

Platón no me convence

Sinceramente, no me creo tu teoría del mundo ideal...
¿que es el mundo idea? ¿también lo encontrare en el mundo ideal?
¿ y el mal ideal? ¿también lo encontraré allí?

Si el mundo de las Ideas esta en nuestra cabeza, el mundo ideal esta dentro del mundo sensible.
lo siento, pero necesito más explicaciones...
Y no me parece nada bien, que después de tanta filosofía como escribiste, no dierás la definición de bien. Pero bueno, me alegro de que todos tus sucesores te superaran...
porque a mi no me has explicado nada de forma racional.
Lo siento Platón... no me convences...

viernes, 21 de enero de 2011

Lo que para cada uno es la felicidad

Aristóteles entendía que a la felicidad se llegaba por la virtud. Y a ésta la conducía la razón, para lograr el término medio. Lo de toda la vida: pensar antes de actuar te asegura que las cosas saldrán bien –o, por lo menos, ayuda-. Y por eso la “eudaimonía” se entendía como ese camino racional que conduce al bienestar. Pero llevo unos días pensando que prefiero darle una vuelta de tuerca. Con el permiso de S. y de aquellos expertos en Latín y Griego, eudaimonía viene de “eu”, bueno, y “daimon”, pequeño dios, pequeña fuerza mágica, podría decirse. Entonces, ciñéndonos a la letra, la felicidad es una especie de dios bueno –algo así como lo que cantaban los Eurythmics, “There must be an angel”-. Pero si seguimos dándole juego a la palabra “daimon”, es de la que deriva nuestro actual “demonio”, en cuanto “dios menor”, y como menor, malo. Por tanto, al final, la felicidad podría venir de la mano de un demonio, bueno, pero demonio, que nos empuja a cosas más allá de las que la razón indica. O, precisamente, indicadas por la razón para ser felices. A mí me gusta más esta idea de la felicidad. Será porque es viernes.

jueves, 20 de enero de 2011

Salir de la caverna

Ya conocéis todos el famoso mito de la caverna de Platón. Sin ser una platónica convencida, no dejo de admirar la hermosa metáfora del conocimiento y la realidad que supone este pasaje del maestro de Aristóteles. Siempre me sorprende, no la actitud del prisionero que consigue escapar y salir al exterior, sino la del resto de esclavos que, una vez son avisados del engaño en que viven, deciden seguir permaneciendo en su oscuridad, contemplando imágenes falsas, reducto de originales, los cuales ni siquiera tienen la intención de conocer. Y siempre me pregunto hasta qué punto estamos condenados, por ignorancia, por comodidad, o por miedo, a permanecer en el fondo oscuro de la caverna. Cuántos de nosotros serán capaces de salir y contarnos todo lo que aún desconocemos, recibiendo de nosotros siempre la misma respuesta evasiva. O lo que es peor, tachándolos de locos.

Creo en el que decide quedarse, pese a todo, en el interior. Pero se parece demasiado al que decía "no" en el poema primero de Cavafis. Me quedo con el viaje a Ítaca. Prefiero que nadie me espere al volver al hogar pero, al menos, saber la dimensión real de lo que llamo casa.