sábado, 3 de diciembre de 2011

¿Por qué vemos formas en las nubes?

Nuestro cerebro es un buscador incesante de patrones y regularidades, una tarea que se empeña en llevar a cabo incluso cuando objetivamente no existen.
Estamos programados para asociar cualquier imagen que percibamos con algo que nos resulte familiar. Por ello, cuando vemos estructuras que presentan formas irregulares o caóticas, tendemos a simplificar sus rasgos y encontrar parecidos con objetos conocidos. Este proceso, que explica por qué creemos reconocer una silueta en una nube, es seguramente un producto de la selección natural, pues a través de confusas sombras entre la hierba o el follaje tuvimos que deducir la presencia de un depredador o una presa en nuestro pasado evolutivo.
Por otro lado, no todas estas masas de vapor tienen formas completamente aleatorias. Las nubes lenticulares, por ejemplo, suelen formarse a gran altitud en zonas montañosas y permanecen estacionarias. Su gran parecido un platillo ha llevado incluso a los más crédulos a confundirlas con una nave alienígena. Los mammatocúmulos o nubes mammatus, por su parte, tienen formas globosas que recuerdan a racimos de uvas o mama, y normalmente están asociadas a estructuras tormentosas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario